domingo, 17 de enero de 2010

Ya no le veo como un párrafo que arde en posibilidades muertas; en malos trazos de brillo; en sombras que detonan álgidos momentos.
Ya surgen lacónicas rupturas en el iris, como vidas que rompen la corteza de lo real; que dejan caminos sin vacío y sin origen.
Ya no lo veo como un verso que va tejiendo largas formas de visión –consistentes, eternas- ; líquidas certezas que hacen un dibujo de la palabra extraída de sí. Sacando la precisión al exterior, hasta que las visiones se esfumen con facilidad.
Nada complicado para este color que anda siempre en lo profundo. Sólo eso importa, y que el resto sea como un hilillo de humo que debe alejarse.

1 comentario:

José Antonio Iñiguez Narváez dijo...

Que onda gery. Soy José Antonio, me recuerdas? Ya se te extrañaba igual tus poemas ignotos. Me agrada este texto sobre la funcion pristina de la poesía. un gusto. A ver si velves al metro eh? Jaja
Cuidece

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