lunes, 30 de marzo de 2009

Poiesis

Si el mundo se quedara
sin poetas, la gente se
quedaría sin mundo...

El poeta es un animal
que nunca duerme. Sueña,
más no logra evadir la lucidez.

Siempre alerta; creando;
recreando; retocando el mundo;
con un puñado de símbolos
en una mano y una pluma
con espinas en la otra.

Y todos tan tranquilos,
tan estupidamente tranquilos,
ociosos, trazos de la nada, intentos
de carne, gasto, espacios, tiempos,
todo vacuo. Todo-nada. Nada.

Nada de que me tenga que
preocupar, arriba siempre está lo
mismo, abajo igual. Aquí, ni se diga.
la tranquilidad de lo estancado,
de recurrir a mis adentros, de exprimir
las rocas y hasta el viento.

Pero algo tiene que salir,
no hay duda…

lunes, 16 de marzo de 2009

Aquí está


-Aquí esta, te espera en el cuarto de arriba a mano izquierda de las escaleras- cerró la puerta por fuera para ya no volver, y tiró la llave.
Subió sin tocar siquiera la baranda. Sus pasos cuidadosos lanzaban menos sonido que su respiración. Parecía flotar, y tal vez así era. Una vez en la planta alta, fue a mano izquierda, como le acababan de indicar, y empujó la puerta con el puño cerrado, liberando de las bisagras su llanto aterrador de soledad y encierro.
- Qué bueno tenerte de vuelta, desde aquella vez no sabía nada de ti.
- ¿Y por qué nunca se fue?, todo está en ruinas.
- Pero yo no.
- Pronto lo estará.
- En todo caso ¿a dónde querías que fuera?
- Pues a donde van todos, ¿qué problema había en ello?
- A mí no me gusta ahí.
- Pero nunca ha estado ahí.
- Por eso no me gusta
La recamara parecía un almacén de muebles y de tiliches más que un dormitorio de alguien de su edad. Una espesa nube de polvo flotaba suspendida en el sopor de los olores del viejo, de las ratas y no se cuanta cosa más hubiera en ese sitio.
- No debiste haber venido muchacho, tú ya no perteneces a estas tierras. El viento me aviso que algo andaba mal. Hoy la noche se va a poner tosca.
- No se preocupe, no me quedare tanto tiempo como para que eso pase.
- ¿Entonces así están las cosas?
- Todavía no me entiende; vine a despedirme.
- Claro que te entiendo, desde que cruzaste la puerta supe a que venias. Lo sabía, incluso mucho antes que eso pasara.
- ¿Cómo sabe sobre eso y a qué he venido?
- De igual forma que lo sabes tú; de igual forma.
- En ese caso, ¿para qué alega tanto?
- Por que no me parece la idea de que hayas muerto antes que yo. Hace muchos años te dije que esperaras a que yo me fuera, entonces eras libre de hacer lo que te viniera en gana.
- Se me salió de las manos, abuelo.
- Te dije que no podría soportarlo. Por eso estoy así, mijo.
- Perdón abuelo.
- ¿Y ahora qué hago?
- Vámonos de aquí.
- ¿A dónde?
- A caminar abuelo. A caminar y no detenernos nunca. Como usted me dijo cuando niño ¿se acuerda?; ir derecho sin aligerar el paso.
- Esta bien mijo, nada más revisa que no se vaya a quedar prendida las estufa, por que tu tía había puesto agua para el café.
- Si, abuelo, yo reviso. Póngase las botas y una chamarra, porque no sabemos cómo vaya a estar el clima en el llano.
Por: G. C. R.

lunes, 2 de marzo de 2009

Mis pasos son un murmullo. Si alguna vez escuchaste que alguien corrìa detras de ti, era yo que de lejos te gritaba
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