domingo, 14 de septiembre de 2008

¿Quien?

- ¿Quién esta en tu cuarto, si no eres tu y tampoco el viento? ¿Quién hace tanto ruido halla arriba?
Afuera, el viento azotaba con una furia invisible y ciega. Ni un paso se escuchaba en las aceras o en las calles. Todo estaba envuelto en el estruendo del clima, y en el cielo, la luna parecía ocultarse tras un manto de nubes grandes y pesadas.
- Te dije que cerraras la ventana. Ahora hay alguien en tu cuarto y sigues en la cocina con el vaso de agua temblando en tu mano. Estas descalzo, sin camisa y olvidaste ponerte las gafas. ¿Qué vas a hacer?
Las ventanas de la cocina, el baño, la sala y la recamara matrimonial lanzaban un sonido fuerte y arrítmico bajo la inclemente tormenta que se cocinaba afuera. Solo los dos cuartos de arriba estaban exentos de ese espantoso ruido, uno por que aun no tenia ventana, ya que se haría hasta que el bebe naciera y el otro por que la ventana estaba abierta completamente.
- Lo mejor será que le pidas a tu mama, dormir abajo, con ellos, es una cama amplia, además, a ella le encanta el frío de tus pies rozando su cuerpo y tus ronquidos de cachorro. Si, eso es lo mejor. Nada mas no le digas que alguien esta en tu cuarto, podría preocuparse y mandar a tu papa para que revise. No sabemos quien esta, es peligroso que suba.
La idea le pareció bien y de un trago vació el vaso con agua, lo dejo a un lado del grifo por si acaso le daba sed mas tarde y se dirigió al cuarto de sus padres. Luego de una excusa improvisada los convenció de admitirlo en la cama y se acostó entre los dos, como acostumbraba hacer. Se calmó un poco e intento quedarse dormido.
- Lo ves. Aquí abajo estas seguro y tu padre no tuvo que subir a checar como otras veces, solo que antes no había nada, a excepción de una vez, pero fue muy diferente.
Se le dificultaba conciliar el sueño. No tenía ni la más mínima idea de quien pudiera estar arriba. ¿Qué pasara si se le ocurre salir del cuarto y dar un paseo por la casa? -pensaba- Puede apoderarse de cada rincón. Si puede.
- No temas. Si se le ocurre salir de tu cuarto, podrá andar por cualquier lugar de la casa menos aquí. Al cuarto de tus padres no le es posible entrar. Lo sabe, y tu y yo también.
Rodaba de un lado a otro en el espacio entre la espalda de su padre y la enorme panza de su madre, haciendo que los cuatro cuerpos que estaban en la cama, incluyéndolo claro esta, se menearan al ritmo de sus convulsas deducciones. El temor lo tenía varado en un ensueño pérfido y oscuro: Se veía arriba, en el cuarto, intentando cerrar la ventana, caminando contra el fuerte viento sin avanzar un centímetro. Poseído por algo ajeno. Algo que llegó de lejos. Estando sin estar al mismo tiempo. -¿Quién será ese alguien? ¿Quién soy yo?- pensaba y no dejaba de sudar presa de la repentina ilusión provocada por los nervios.
-La verdad a mi también me tiene preocupado el hecho de que alguien este en tu cuarto. Nunca había pasado algo así, que yo recuerde. ¿Crees que cuando el sol regrese el intruso se habrá ido?
No podía responder a esa pregunta por que no sabia de que se trataba. Era imposible saber si se marcharía o no.
- Lo mismo digo, Duerme. Duerme, y por la mañana sabremos si sigue ahí arriba. Es probable que se vaya. Tal vez se adueñe de la casa entera. Y hasta puede pasar que se quede y aprenda a vivir contigo. Que te entienda, que este siempre en donde sea que tu estés, que escuche tus problemas y te de algunos consejos, como yo. ¿O ya olvidaste de que forma llegue aquí? ¿Acaso no recuerdas que había alguien en tu cuarto por que dejaste la ventana abierta, solo que no era una noche tan agitada y tétrica como esta? ¿Pero que cosas digo? Por el momento es preferible que duermas. Duerme pequeño…





Por: G. C. R.

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito callado, un silencio.
Así lo ves cada mañana
cuando te inclinas solitaria sobre ti
ante el espejo. Oh querida esperanza,
ese día sabremos también nosotros
que eres la vida y eres la nada.

Para todos la muerte tiene una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como contemplar un espejo
resurgir un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Bajaremos al remolino silencioso.

Por: Cesare Pavese

Los dos reyes y los dos laberintos

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras, que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea de Aquel que no muere.


Por: Jorge Luis Borges
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