martes, 29 de diciembre de 2009

No es por mí...

No es por mí
que se abre la ráfaga.

Si un planeta
clava dedos al viento,
como en cabellera;
como en lila amanecer
de sortijas;
como discordantes ojos
en la niebla.

No es por mí
que hay temblores
bajo tanta piel, y
entre el aroma pausado
de las coincidencias.

Una palabra metálica
pone a vibrar la soledad.
Tengo anónimas ideas
de polvo con silencio.

No es por mí
que siga pasando…

lunes, 21 de diciembre de 2009

Halago a la consciencia.

Yo no sé. Hay tanto destino y tanta vida. Se abren unas alas de agua, rugen la canción que nos heredó el silencio.
Y el tiempo se astilla cuando nos batimos, cuando creemos amar la claridad y la sencillez; cuando no basta el fuego para destruir las cosas que han pasado sobre nosotros; cuando las ideas clavan su delgado cuerpo en la coraza del siempre.
Mil paladares se enroscan en la misma palabra. Hay versos de calor y de frío, pero nunca al revés. Nunca la muerte en la pupila de un gorrión, o de una madre que regala vidas que no posee; sangre inventada, que brota por meros rezos; piel de ausencia y de lucha.
Yo no sé, pero no hace falta. Está ese universo que se teje con lágrimas; con sueños de tierra y luz; con trozos, con simples andrajos de voz; jirones de locura, cuando la tendencia hace más cómodo no entender.
A mí qué me va a importar lo que pasa en lunas diferentes. A mí qué me importa si la rueda avanza hasta aquí, acumulando huesos a cada paso. Qué caso tiene preocuparse por esa huella que se va dibujando lentamente entre las nubes.
Nadie es fugaz, hasta que se da cuenta de ello.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Gravedad

El desprendimiento
algo tiene de muerte;
de risa burlona;
de silencio en hueso.

La roca habló:
permanencia de vidrio;
sangre en el iris
de llorosas personas
entre hierro y magia.
Carente fluido de horas.

Y una raíz busca,
está ese grito de tierra;
de semilla en llamas;
de calurosa ausencia
que destroza el cráneo
y la espera:
vacío.

No saber.
Nada se parece a esto
que las nubes me dicen.

lunes, 14 de diciembre de 2009

De esas veces que sólo pasan una vez: encontrar a la persona correcta.

Yo la amo... no creía posible esto, pero la vida la puso en mi camino y volví a funcionar. Me pasa que no puedo estar un momento sin ella; me pasa que nada pasa cuando está lejos, sólo una necesidad temible, peligrosa. Una ausencia que acerca su esqueleto a cada uno de mis días, haciedo estragos en la razón, gritándome su nombre con voz de sombra, de reflejo en el fondo de un verso: Aniela Rodríguez. Repitiéndose, creciendo, ganando espacio en todo yo, sabiendo que no se irá nunca.

Sí, la amo. La amo y nada más tiene significado para mí. Yo que era un existencial, un insurrecto, un seguidor de nada, un ser queriendo hacer ciertas cosas sólo por no dejar, un extraño -hasta para mí-, un mundo delgado y muy lejano.

Me pongo a pensar en todas las posibilidades que han jugado a ser nuestras. Es tan maravilloso haber coincidido de esta forma; de ser la parte faltante del otro. No parecidos, sino necesarios, imprescindibles. Y se dió y se sigue dando. Espero continuar igual: enamorándome más a cada segundo, perdiéndome en su mirada, en su piel, en los rincones de su mente a los que ni siquiera ella ha ido.No te puedo pagar con nada lo que haces por mí, pero lo intentaré eternamente.

O)

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