miércoles, 15 de abril de 2009

Deja vu

El agua hilvanando
desesperos. Fragmentos
únicos de lo consumido.
Viajes a la entraña desgarbada
del presagio.

La vida se abre grande
y severa, como una mandíbula
que se jacta de tragar almas.
El vicio del destino es
practicar las fatalidades.

Cuando el concreto da vuelta
bajo el mismo par de pies
y se hunde en una escena
borrascosa, húmeda, atizonada,
para variar (senil) , se van formando
nudos en el ciclo de las cosas.

El viento pierde su palabra:
Es momentáneo el indagar,
porque hasta el cielo esta
calculado por una operación
que emerge del graznido de las aves,
o de la quimérica remembranza,
puesta en la boca como un caramelo
de ceniza.

“Esto ya me pasò” -dicen-.

¿Quienes?

Aquella mezcolanza de la
mente y de la ensoñación
que abastece de engaños,
es para muchos dudosa,
pero el suceso (regocijo
de lo que en verdad es)
se postra ante la casualidad
como la irrefutable prueba
que esto pudo, fácilmente,
ser aquello.

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