Cada encuentro es la obertura de un silencio anónimo.
Aquí en mi boca reposan un millar de voces,
como látigos incorruptibles de la mente.
El intento ambiguo de envolver las cosas
se transfigura en la portada de cada momento.
Si fuéramos vapor, seriamos más densos.
Una vida tratando todo.
Que somos sino obreros de una construcción que a diario se desteje
esperando al forastero tiempo en que la muerte arribara desnuda,
como si el juicio se tratara de otro intento más.
Perdiendo las posibilidades:
Soltamos el peso de nuestros pies,
y somos una palabra dicha con premura.
Frágiles, escuetas membranas de polvo y agua,
como si en lugar de caminar,
flotáramos entre el sonido y la luz.
Tocaremos puerto en la realidad si un verso nos atrapa entre su tinta.
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