Sobria y exigua manifestación de la noche:
en la mirada he guardado una larga cordillera de ideas,
el sueño –un látigo- se presenta embebido en el gélido ambiente
como un trato de las estrellas y la efigie dislocada del tiempo.
Dejé de prever el despegue recrudecido del asfalto,
la víspera continúa pariendo sensaciones y momentos abruptos.
He soltado las riendas de la sorpresa entre el alcohol y la poesía.
El sonido emerge de una concesión que nos da el recuerdo,
vuelve la época en brazos de unas cuantas líneas,
la dulce voz de la madrugada nos sugiere reinventarlo todo,
hay ese humo que somos nosotros
y hay otro humo que se funde en nuestros breves cuerpos.
La vuelta del globo se refleja en tan magno horizonte,
una lluvia de sombras se descuelga desde el suelo,
la fantasía se incorpora a la pieza en avivado tropel
y al fin la nube se prende fuego con la llama del siguiente día.
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