lunes, 16 de marzo de 2009

Aquí está


-Aquí esta, te espera en el cuarto de arriba a mano izquierda de las escaleras- cerró la puerta por fuera para ya no volver, y tiró la llave.
Subió sin tocar siquiera la baranda. Sus pasos cuidadosos lanzaban menos sonido que su respiración. Parecía flotar, y tal vez así era. Una vez en la planta alta, fue a mano izquierda, como le acababan de indicar, y empujó la puerta con el puño cerrado, liberando de las bisagras su llanto aterrador de soledad y encierro.
- Qué bueno tenerte de vuelta, desde aquella vez no sabía nada de ti.
- ¿Y por qué nunca se fue?, todo está en ruinas.
- Pero yo no.
- Pronto lo estará.
- En todo caso ¿a dónde querías que fuera?
- Pues a donde van todos, ¿qué problema había en ello?
- A mí no me gusta ahí.
- Pero nunca ha estado ahí.
- Por eso no me gusta
La recamara parecía un almacén de muebles y de tiliches más que un dormitorio de alguien de su edad. Una espesa nube de polvo flotaba suspendida en el sopor de los olores del viejo, de las ratas y no se cuanta cosa más hubiera en ese sitio.
- No debiste haber venido muchacho, tú ya no perteneces a estas tierras. El viento me aviso que algo andaba mal. Hoy la noche se va a poner tosca.
- No se preocupe, no me quedare tanto tiempo como para que eso pase.
- ¿Entonces así están las cosas?
- Todavía no me entiende; vine a despedirme.
- Claro que te entiendo, desde que cruzaste la puerta supe a que venias. Lo sabía, incluso mucho antes que eso pasara.
- ¿Cómo sabe sobre eso y a qué he venido?
- De igual forma que lo sabes tú; de igual forma.
- En ese caso, ¿para qué alega tanto?
- Por que no me parece la idea de que hayas muerto antes que yo. Hace muchos años te dije que esperaras a que yo me fuera, entonces eras libre de hacer lo que te viniera en gana.
- Se me salió de las manos, abuelo.
- Te dije que no podría soportarlo. Por eso estoy así, mijo.
- Perdón abuelo.
- ¿Y ahora qué hago?
- Vámonos de aquí.
- ¿A dónde?
- A caminar abuelo. A caminar y no detenernos nunca. Como usted me dijo cuando niño ¿se acuerda?; ir derecho sin aligerar el paso.
- Esta bien mijo, nada más revisa que no se vaya a quedar prendida las estufa, por que tu tía había puesto agua para el café.
- Si, abuelo, yo reviso. Póngase las botas y una chamarra, porque no sabemos cómo vaya a estar el clima en el llano.
Por: G. C. R.

2 comentarios:

CORONADOVAZ dijo...

pos k roio mi geri
aka saludando i leyendo en fin es too ciao

Jane dijo...

Inquietante ese viaje que parece a punto de comenzar ...
un viaje sin final conocido.

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